Para quitar el corcho de la botella se utiliza a modo de palanca una helice metálica que se enrosca en él y con la parte de madera o plástico se empuja con fuerza para extraerlo.
El modelo más habitual es uno plegable que se utiliza en hostelería, habiéndolos también de alas que son los más caseros y que se introducen a modo de barrena en el corcho.
Para corchos de difícil extracción, por su antiguedad o por su deficiente estado, se utiliza el descorchador de lengüetas, que son dos láminas metálicas que se introducen en los laterales del cuello de la botella extrayendo de esta forma el corcho intacto.
Claro que hay quien prefiere degustar el vino sin quitar el corcho de la botella, y para ello existe una especie de pistola que mediante una afilada aguja inyecta un gas argon atrevesando el corcho, penetrando hasta el líquido y sacando la cantidad suficiente para una copa de vino
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